lunes, 22 de septiembre de 2014

Un principio. Un final.

Tan simple como el título de esta entrada. Tanto el principio de una película como su final cuentan mucho para atraer y deleitar al espectador. En este caso, que estoy segura que hay películas que empiezan tan bien como terminan, he escogido el principio de una película que me impactó mucho y me tuvo desde el primer momento enganchada en todo detalle al guión, y el final de una película que tiene un guión tanto amargo como dulce, una sensación muy placentera y que al final todo es demasiado delicado y perfecto, justo lo que a mi me encanta.

Un principio. 


"Hoy en día, hay más gente viva en el mundo de la que han muerto en la historia de la humanidad. Pero el número de muertos sigue aumentando. Un día no quedará sitio para enterrar a nadie más.
¿Y rascacielos para muertos construidos hacia abajo? Podrían estar debajo de los rascacielos para vivos que se edifican para arriba. Se podría enterrar a la gente en cien pisos subterráneos y habría todo un mundo de muertos justo debajo del de los vivos."



Un final.



"-¿Te duele cuando caminas? ¿Quieres ver los que estoy haciendo? Luego te dejaré verlo, cuando lo haya acabado. ¿Pero por qué lloras?


Mathilde permaneció erguida, apoyada en el respaldo de la silla con las manos sobre su regazo y le miró bajo la armonía que les envolvía, bajo la luz del jardín. Mathilde le miró. Le miró. Le miró."












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